Como todos los últimos miércoles de cada mes, fuimos a dar desayunos a personas en situación de calle. Este desayuno fue diferente, ya que teníamos un cumpleañero: «Don Mario», un caballero muy especial para todos nosotros, nos da alegría, nos invita a sentarnos en su cama, nos conversa y nos recuerda (incluso pregunta por los alumnos que no fueron). Con mucho cariño, le llevamos una tortita, y lo despertamos cantándole feliz cumpleaños. Fue un momento emotivo y lleno de alegría. No es sólo dar un café, es generar vínculos, hacer contacto, acordarse del otro en cualquier momento y preocuparse de que esté mejor que ayer.

El mejor regalo fue la sonrisa de don Mario al despertar con sus amigos cantándole.